Querámoslo o no, el espacio de trabajo influye de manera directa con el resultado. Por ello, al cursar la preparatoria o una carrera hay que tener en cuenta que nuestro escritorio y libreros podrían reflejar el empeño que ponemos en las materias. Para adaptar un espacio para convertirlo en el estudio tenemos varias opciones en cuanto a escritorios y libreros.
Sin duda, el escritorio es el lugar capital al pensar en un espacio par a estudiar: allí es donde reposaremos nuestros brazos, cuadernos y computadora. Lo recomendable es que no lo saturemos y tenga el espacio suficiente para que también albergue algunos libros, incluso abiertos para consultarse mientras trabajamos. Si bien cualquier “mesa” puede fungir como escritorio al momento de hacer la tarea, tener un espacio digno motiva para seguir estudiando.
En el mercado hay opciones sencillas que no tienen más que la superficie, minimanislita y funcional. A partir de allí hay modelos que incorporan cajones laterales a las piernas, a veces la clásica gaveta, ese cajón largo e inferior a la superficie. Otros cuentan con un extra vertical en el extremo que iría pegado a la pared, para resguardar objetos más pequeños. Estas variables se adaptan a las necesidades, como siempre: hay carreras en donde será necesario tener a la mano varios accesorios extra, como diseño.
Tan importante como el lugar donde ponemos nuestras manos es el lugar donde colocamos el resto de nuestro cuerpo. Las sillas influyen del mismo modo en la forma en que laboramos frente a la computadora. Aunque hay escritorios que van acompañados por su silla, lo más frecuente es que esta última se adquiera independiente en la compra. Es común que los estudiantes trabajen en su hogar en cualquier silla, pero para los estudios es más recomendable utilizar otro tipo de accesorio. Sobre todo cuando se trabaja durante varias horas. Una opción son las sillas “tipo oficina”, aunque desentone con el resto de la ambientación en la casa.
La bibliografía es sustancial al estudiar. En los libros es donde se basa el conocimiento que vamos a aprender en las aulas. Aunque no todos los jóvenes deben contar con una amplia biblioteca para cultivarse, sí es recomendable al menos tener varios ejemplares en casa. Al entrar a la universidad, a falta de espacio y por la inercia muchos estudiantes terminan acomodando sus libros en cajas o en cajones. Lo más práctico, en realidad, es tenerlos a la mano en un librero. Con precios desde los 999 pesos, hay libreros modulares que se adaptan a las pequeñas bibliotecas de los estudiantes: su cualidad de ser modulares incluye cambiar las medidas de los entrepaños, para acomodar los libros según su tamaño. Si la colección crece, en el mercado hay otros libreros asequibles que ofrecen más del doble de tamaño (con precios cercanos a los tres mil pesos por mueble).
Además de las conocidas tiendas de muebles y departamentales en la ciudad, para los libreros Guadalajara ofrece una opción más, afincada en la tradición de los carpinteros. Más al oriente de la ciudad hay múltiples trabajadores de la madera que se han especializado en todo tipo de “libreros” (no siempre destinados para exhibir libros). La ventaja es que en estos locales se puede conseguir un mueble al gusto, aunque en el acabado suelen tender hacia lo rústico.